A los pies de su cama.

Fue muy duro, verla tumbada, dolorida y frágil, asustada, demacrada, con olor a vómito y sin derramar una  sola lágrima.
Porque ella es así de fuerte, cogió un taxi y se fue a casa, porque no quería asustarnos, porque pensaba que no sería nada.
Ella no ha hecho otra cosa en su vida que servir, estar allí donde la necesitábamos y por eso mismo le costó tanto  que fuese ella ahora la que necesitaba que la cuidaran.
Los días de hospital, fueron  devastadores, un ir y venir, porque sólo queríamos estar a su lado, acompañándola, y todo lo demás pasó a un segundo plano, sin pensarlo, con una organización espontánea y caótica, con ayuda de las personas que nos quieren. Gracias a tod@s.

Y pasados unos meses ya, de todo aquello, los malos momentos se van desvaneciendo: los llantos de impotencia de no poder hacerle nada para aliviar su dolor, las ganas de coger por el cuello a aquellos sanitarios irresponsables e insensibles, el miedo de las horas de espera a las puertas de quirófano, y la pena de verla tan pequeñita, tan frágil....

No todo fue tan horrible, también nos reímos, algunas veces a carcajadas, conocimos a gente entrañable, y yo, aprendí a querer más si cabe a mi hermana (espero que no lea esto, porque no se lo he confesado).

Aprendí el amor de quererla cuidándola, porque hasta ahora no había tenido esa oportunidad. Aprendí el amor de quererla y servirla, de estar ahí, para acomodarle la almohada, subirle y bajarle la cama, lavarla y peinarla y ponerle crema en el cuerpo, que tanto coraje le daba.
Aprendí muchas cosas esos días, aprendí de penas y lágrimas, aprendí que Dios siempre nos acompaña,  aprendí que todo lo que hicimos era lo que debíamos, y que allí era donde debíamos estar, acompañándola.
Aprendí que esos días fueron una oportunidad para devolverle una irrisoria parte de todo lo que ella ha hecho por nosotros.
Ya sé que no soy una hija ejemplar, pero ella si es la mejor madre que se puede tener, y no podría devolverte todo lo que ella me ha dado, ni siquiera pasando mil años a los pies de su cama.

 Gracias mamá.











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